miércoles, enero 05, 2005

Me enoja pensar que me hacen falta cosas por decirte. Sé que aun hay palabras para ti, y estas fluyen en una corriente constante de mi mente a la mano, de la mano a la pluma y de la pluma al papel. Pero a veces la conciencia me trae una nueva exigencia, y me obliga a mover mis corrientes del pensamiento y dirigirme de nuevo a ti, ofrendar de nuevo esas palabras, pero ya no en forma de poesía torpemente escrita, sino de palabra oral, viva y colorida, si es que puede llegar a tener color. Volver a enfrentarte, pues. Y lo pienso, y al principio me suena descabellado. Me prometí no volver a molestarte con mis inútiles palabras. Pero luego el recuerdo de una sonrisa tuya que se clavó en mi una noche de verano en la que hacía viento frío y en la que quería besarte me aborda, y ahí me tienes, cayendo en el maldito conflicto en el cual no sé si buscarte, olvidarte o pegarme un tiro y terminar con todo esto. Sería más fácil. Sería cobarde. Todo es todo, tanto el hacer como el no hacer. Y heme aquí, en este constante soliloquio del cual tu eres más bien una participante pasiva. Pasiva y no, por que con el recuerdo me traicionas y me sobornas y me llevas a escribirte una vez más y buscarte en las noches de luna como el suicida que busca la muerte.

1 Comments:

At 1/22/2005 11:45 p.m., Anonymous Anónimo said...

interesante manera de extrañarle.... y he de suponer que el recuerdo no es tan solo inspìración traspasada de tu ingenio a tus dedos.... mmm.... más que eso. Poético y muy melancólico.... me gusta este.

 

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